15 de septiembre de 2012

De problemas y miedos

A veces da igual lo mucho que pienses en tus problemas, la solución no está en tus manos por más vueltas que le des. No es cuestión de echarle huevos al asunto o de arriesgarte a tomar una decisión, simplemente no tienes otra opción que esperar que pasen los días y el tiempo se lleve esos recuerdos que ahora escuecen.

Esperar en silencio
Desterrarte de mi cabeza

Pero lo peor de todo no es que a veces tu cabeza parece apunto de explosionar, lo peor es la impotencia de no poder hacer nada, de tener que dejar pasar las cosas ante tus ojos sin tener derecho a apropiártelas, aunque sea por un rato. Odio sobremanera sentirme incapaz de algo, y odio aún más coartar mi naturalidad y obligarme a mi misma a pasar por el aro. No poder decir lo que pienso, tener que callarme por que tu único escudo ha sido el silencio.

Entrenar mi autocontrol
Dejar de intentar entenderte

Mientras tanto, te veo pasar de largo de mi vida con tu disfraz de león bajo el que, ahora sé a ciencia cierta, sólo hay una oveja tremendamente asustada. Y dentro de este cóctel de emociones que me provoca esta situación, olvido la decepción y me invade un sentimiento profundo de pena. Dejarte paralizar por el miedo es de las peores cosas que puedes hacer en esta vida. Y tú lo haces. Y a mí eso me entristece enormemente.


Yo no tengo la culpa de que te duela el alma. A veces me pregunto de quién será el fantasma que te ha tapado los ojos para que no veas nada



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