Demasiado tiempo con el rumbo perdido. Cualquier detalle suma puntos en la cuenta de una vida que hace tiempo dejó de ser la vida que quería para mí. Y sé que compadecerme de mi misma o culpar a la mala suerte no sirve de nada… sólo son excusas con las que aliñar mis berrinches.
Pero los berrinches pasan, como todos los momentos. Eso es lo bueno de la vida, los malos momentos también acaban pasando. Y cuando se sequen mis ojos y deje de dolerme el orgullo, sé que levantaré cabeza, miraré al frente y volveré a buscar mil maneras para recuperar las riendas de nuevo.