31 de julio de 2012

Zoo


Sin que se note, te miro a través de un cristal como si fueras un monito en el zoo.
Me sacas la lengua y yo te respondo con mi sonrisa más idiota. Estiramos las distancias que nos separan como si fueran un chicle, para estar en el mismo espacio y poder soportar no tocarnos. Aún así, mi cuerpo de forma independiente sale a buscarte a menudo y mis miradas sin dueño pasan a ser todas de tu propiedad. Pienso en parar el mundo cinco minutos y besarte en medio de la Gran Vía. Escuchar ese segundo hola que empiezo a echar demasiado de menos, ese que me decías cuando realmente te plantabas ante mis ojos a una distancia ínfima a punto de ser destruida por esa fuerza magnética que creaban nuestros cuerpos.
Tus segundos holas son el preludio de nuestros besos.
Esos besos que tan bien sabemos darnos y que ahora empiezo a dudar que realmente hayan llegado a existir.
Reinventaste mi boca y ahora dejas huérfana a mi lengua.
Aún no entiendo los porqués... Fiel a algo a lo que es imposible serle fiel por definición. Inventándome códigos y señales a diario para no dejarnos naufragar. Buscando como volver una vez más a tu isla, sin que se note que me juego la cordura en ello. 
Creo que el viernes te diré dos holas y si contestas a ambos querrá decir que como yo, algo se remueve en tu interior... Si no respondes al segundo hola, me bastará con tirarte un puñado de cacahuetes, poner a la venta mis miradas sin dueño y buscar a alguien que quiera adoptar a mi lengua.


2 comentarios:

CARLOS DEL B. IGLESIAS dijo...

Una monada de declaración de intenciones

Un beso

Shiwa dijo...

jajajaja

;)