15 de abril de 2013



…de espejos y espejismos

16 de marzo de 2013

Aún no sé si te echo de menos o de más

No sabes si vienes o vas. Y yo me canso de seguirte siempre el ritmo.

Tan pronto te quedas en mis ojos, como huyes de mis miradas. Y yo no sé si girar la cabeza y alejarme silbando.
Te escondes bajo los pliegues de mi piel toda la tarde o te da por olvidar mi aroma una semana. Y mi cuerpo no sabe cómo adaptarse a ser feliz sin tus rincones.
Buscas saciar tu lengua entre mis labios o abandonas a mis dientes sin importarte su tristeza. Y mi boca te guarda rencor todas las mañanas que despierta sin ti. 
Me pides el siguiente baile y luego resulta que no sabes moverte sin pisarme los pies. Y yo siempre me quedo con las ganas de estrenar mi vestido.
Adoptas mi cuerpo sin remedio para abandonar luego todos mis recovecos. Y yo me planteo recomponerme y donarme a otro ser cualquiera, de esos intercambiables.
Provocas hormigueos en mi inconsciencia mientras jugamos a morder un trozo de limón. Y creo que mi vida ya es lo bastante ácida y que yo lo que necesito son kilos de dulzura a granel.

¿Y aún podrías preguntarme por qué te odio?

Por que siempre me das como mínimo la mitad de motivos para hacerlo, el resto obviamente alimenta este sentimiento insano y voraz que siempre me lleva a encajar en el hueco de tus brazos con extraña exactitud milimétrica.
Tu miedo atroz me hace seguir teniendo ganas de coser mis labios con tus dudas y no volver a hablarte nunca más.
Como siempre vuelvo justo al punto de partida, ese en el que me sobran motivos para alejarme de ti y siguen sin faltarme razones para mantenerte cerca.

¿Y a caso no es legítima mi incertidumbre?

27 de febrero de 2013

Mojarme en ti


Eres mi DEBILIDAD. Puede que sea buena idea ir aceptando este hecho irrefutable después de un año jugando al escondite contigo. Siempre me ha gustado mantener intacta mi versión infantil de mi misma, por eso me encanta jugar, pero no me apetece seguir escondiéndome de ti, ni tener que buscarte en cada rincón. Podríamos cambiar de juego, de hecho una tarde de parchis si es contigo y entre sábanas ya me sirve. Te dejaría contarme los poros cada vez que me comieras una ficha, y me dedicaría con ahínco y esmero a sacar tres seises seguidos para poder mover mis fichas hasta casa, a esa calma entre tus brazos, que se convierte en mi morada cuando estás cerca.

No quiero subir más cuestas contigo, me apetece coger carrerilla y dejarme llevar de tu mano hasta donde alcancen nuestras ganas, que sé que son muchas. Y es que no tiene ningún sentido ir matando ganas en este mundo ya de por sí tan apático, ¿no crees?

Todas me parecen razones de sobra para seguir cerrando puertas al resto de humanos. Por que yo sólo quiero abrirte ventanas a ti, por más que haya intentado negármelo un millón de veces. Sé que quizá sea una obsesión absurda e incluso insana, pero prefiero aceptarla y lidiar con ella, que mirar hacia otro lado. Me cansa mirar hacia otros lados, sobretodo cuando no veo nada que llame mi exigente atención.

Dicen que el viernes va a llover y solo se me ocurre una manera de pasar la tarde entretenida: escurriendo la semana entre tus brazos y lamiendo los inconvenientes que escondes tras tus lunares; con una copa de cava, como siempre.