21 de febrero de 2011

Instintivamente dulce

Organismo inteligente el nuestro. Reacciona ante cada estímulo de una manera en concreto. A veces sin embargo, mi cuerpo me sorprende.   
Mis latidos se disparan sin más al pensar que puedas sufrir el más mínimo daño, por irrisorio que sea éste. Una vez más me pregunto que clase de nexo es este que me une de esa forma tan atípica a ti. Pienso que es energía o química quizás, una serie de neuronas deciden dispararse en mi cerebro cuando captan cualquier resquicio de tu persona y no, no es algo que pueda evitar… es algo tan instintivo que se escapa de todo control.   
Si lo que siento no son más que un montón de reacciones sinápticas neuronales, ¿cómo podría yo controlarlas? Hacen lo que les da la gana. Conectan a su antojo y me manejan como quieren… y sé que soy incapaz de llevarles la contraria. Ya lo he probado. No funciona mirar hacia otro lado. Sigo buscándote en esa dirección también.
 

Sin más, picaré un día a tu puerta y te pediré un poco de azúcar. Sal no. La vida ya es lo suficientemente salada como para ir por ahí pidiendo sal. Realmente yo lo que necesito es que me des todo el azúcar que puedas y que endulces mi vida. Lo sabes. Lo sé. Pasaremos de sueños con sabor a mermelada de fresa a realidades mezcladas con chocolate. 


Y lo mejor es que sé que nunca me empacharás.

1 comentario:

Xaquelina dijo...

¿Qué me inspira tu escrito? Imagino un precioso amor que grita en silencio...