27 de febrero de 2013

Mojarme en ti


Eres mi DEBILIDAD. Puede que sea buena idea ir aceptando este hecho irrefutable después de un año jugando al escondite contigo. Siempre me ha gustado mantener intacta mi versión infantil de mi misma, por eso me encanta jugar, pero no me apetece seguir escondiéndome de ti, ni tener que buscarte en cada rincón. Podríamos cambiar de juego, de hecho una tarde de parchis si es contigo y entre sábanas ya me sirve. Te dejaría contarme los poros cada vez que me comieras una ficha, y me dedicaría con ahínco y esmero a sacar tres seises seguidos para poder mover mis fichas hasta casa, a esa calma entre tus brazos, que se convierte en mi morada cuando estás cerca.

No quiero subir más cuestas contigo, me apetece coger carrerilla y dejarme llevar de tu mano hasta donde alcancen nuestras ganas, que sé que son muchas. Y es que no tiene ningún sentido ir matando ganas en este mundo ya de por sí tan apático, ¿no crees?

Todas me parecen razones de sobra para seguir cerrando puertas al resto de humanos. Por que yo sólo quiero abrirte ventanas a ti, por más que haya intentado negármelo un millón de veces. Sé que quizá sea una obsesión absurda e incluso insana, pero prefiero aceptarla y lidiar con ella, que mirar hacia otro lado. Me cansa mirar hacia otros lados, sobretodo cuando no veo nada que llame mi exigente atención.

Dicen que el viernes va a llover y solo se me ocurre una manera de pasar la tarde entretenida: escurriendo la semana entre tus brazos y lamiendo los inconvenientes que escondes tras tus lunares; con una copa de cava, como siempre.