10 de octubre de 2012

Octubre

Se trata de un juego.

Siempre he tenido mi papel bien aprendido.
Ahora de pronto me pongo el disfraz de angelito y me pierdo ante tanta bondad.
Era mucho más divertido ser demonio. Por no hablar de lo práctico que resultaba no preocuparse por nada.
Todo es diferente por más que disimule silbando.
Me es difícil no pensar en ti, aunque reconocerlo no está en mis manos, ni tampoco en mis pies. Ando tiritando todo el día y las mantas no consiguen que entre en calor. El hecho de que acabemos de entrar en otoño, me hace sospechar que quizá tengas algo que ver con mi desequilibrio temperamental, pero aún no estoy segura. Odio el otoño, es mi estación “despreferida”, aunque el mes de Octubre es de mis favoritos. Siempre me ha parecido que en este mes todo es posible.

Yo este Octubre echo de menos tus cuentos de duelos entre héroes y villanos; sobretodo esa sencilla forma en que siempre ganaban los buenos y que cuando no era así, buscaras esconderte entre los pliegues de mi inconsciente para que mi piel te consolara por un rato. Decías que te hacía sacar lo mejor de tu alma y yo me sentía como un ser extraordinario con una capacidad de purificación única. Ahora a veces me da por sentirme una mierda. Aunque enseguida recapacito y entiendo que no he cambiado en nada, yo sigo siendo la misma que curaba tu alma, la que temblaba bajo las yemas de tus ideas lascivas y se tiraba a la piscina sin guardar antes la ropa. Ahora normal que tenga frío, si voy de arriba para abajo desnuda y con el pelo mojado. Ya no dejo que nadie me enjabone la espalda y me enfado como una enana cuando intentan arrancarme las tiritas que yo misma me he puesto en el corazón. Yo soy la única que puede salar mis heridas para luego disfrutar lamiéndolas. Y me paso el día callada (algo inhóspito en mí) por que ese silencio es precisamente el que me acerca a tu lado y allí es por desgracia, el único sitio en el que me siento absurdamente segura y feliz.

Me arrastras a la orilla una vez por semana para hacerme el boca a boca con tu mirada y yo me dejo llevar una vez más por tu corriente, consciente que hacerse la muerta quizá no sea la mejor solución. Pero me da por pensar, como siempre, que aunque todo fuera mucho más complicado cuando estabas en mi vida, también era mucho más divertido. Antes era como un pulpo, colgando de cada uno de mis tentáculos miles de estrategias para cuadrar mi vida y poder llegar a todas partes sin que se notara que estaba perdida; ahora más bien soy como una ostra, aburriéndome tanto de todo…

Y es que ya va siendo hora de que vuelvas. Hace demasiado que desapareciste. Yo cerré puertas y ventanas para que no entraras cuando decidieras volver, pero debo reconocer que últimamente he estado haciendo una rendija en la que fue nuestra burbuja, para que puedas colarte de nuevo sin problemas. Se trata igualmente de hacer ver que me da totalmente igual lo que acabes decidiendo. Pero que difícil es fingir indiferencia cuando sigues provocando que me brillen los ojos cada vez que nos cruzamos en el camino.

Al fin y al cabo, todo esto es solo un juego y ganará el que tenga la mejor estrategia. Lástima que aún no tenga claro qué final me lleva a la victoria o a la derrota. Si quizá perdiéndote en realidad estoy objetivamente ganando, y haciendo que regreses sólo me dedico a perder. 



Me llaman Octubre, no pretendas saber más de mí...

6 de octubre de 2012

Ya no me desangras



Tú con tu personalidad múltiple y yo intentando averiguar si estoy ante el doctor Jekyll u hoy toca dosis de Mr. Hyde. Y luego las complicadas somos las mujeres….
Como vampiro dejaste de desangrarme. Desapareciste tras tu capa como el mejor ilusionista y a mí sólo me quedó de recuerdo una extraña paloma blanca de ojos saltones, que me sigue a todas partes.
Como mortal ahora vuelves a hacerte el simpático como si no hubiera pasado nada. Aunque nadie nos mire, me buscas en cada nueva ocasión con excusas idiotas. Yo te evito aunque ineludiblemente, ante tanta incoherencia, a veces pierdo el norte y me permito lanzarte un cóctel envenenado directo al corazón, compuesto por mi mirada más inocente y una sonrisa irónica. Caigo inevitablemente en tu trampa y me veo encerrada contigo en una habitación vacía y sin ventanas por las que huir volando. Intento coordinar mis movimientos con palabras que llenen ese puto silencio que precisamente tú has instaurado entre los dos.

Y procuro no olvidarme de respirar.
Si me miras es difícil hacerlo todo a la vez.
Sólo tú has provocado eso en mí.
Y lo peor de todo, es que lo sabes perfectamente y te jactas de ello.

Me alegro de provocar lo mismo en ti y de ser la culpable de que te tiemblen las piernas, pero ya no eres un “ser único”, perdiste tus colmillos y decidiste colgar tu capa. ¿Y ahora que nos queda? Un abismo de silencios que nos separan por mucho que finjamos que no pasa nada. Yo me bajo aquí. No entiendo nada y quizá ni siquiera valga la pena seguir intentándolo.
Dejo colgando de tus labios esas explicaciones, que sé que en realidad no me quieres dar y me largo cerrando nuestro atropellado encuentro con un no comment, y alegrándome de haberme puesto esos tejanos que me quedan tan bien, ahora que sé que obviamente tú  me estás mirando el culo.


Ya no existe ese lugar para tus colmillos en mi cuello
Juegas a verme perder la dignidad en un instante
Te he quitado el antifaz ya solo eres un recuerdo más