23 de octubre de 2011

Que amanezca ya

Sólo me apetece encerrarme en una burbuja de cristal.
Como todos los domingos, quiero desaparecer simplemente cuando me tapo los ojos con las manos. Si cuando era pequeña podía hacerlo, ¿qué me ha hecho perder esa capacidad de invisibilidad?
Quizá un poco de esparadrapo en mi boca y en mi corazón también serviría. Dejar de ser emocionalmente inestable y empezar a usar la razón, que digo yo, que para algo la tendré…
Pero a veces siento como si una fuerza extraña e invisible me empujara a cagarla de forma reiterada. Como en un bucle infinito en el que tropiezo sistemáticamente una y otra vez con la misma piedra porque si, porque me apetece demostrar mi pertenencia a la raza humana. Y voy gritando al mundo “fijaros soy muy humana, porque tropezar millones de veces con la misma piedra, es una capacidad exclusivamente humana y en concreto, de los humanoides más simples, como yo”
Pero a pesar de todo, sé que siempre me pasa todo por creer. Creer en utopías que por definición, nada tienen de posibles.
Y por sentir. Sentir de forma inventada cosas descontextualizadas que no debería sentir.
Así que si tiene que amanecer, que amanezca ya, para poder evitar esas noches de arrepentimiento e insomnio. 

Foto de Carles Gallardo

9 de octubre de 2011

No entiendo el guión

Raro es encontrarte, donde obviamente esperaba encontrarte, e intentar eludirte.
Extraño es que todos mis instintos me empujen a plantarme delante de ti y que luego fuerzas ajenas decidan por mí pasar de largo siempre.
Inédito es que al final seas tú el que tenga que acercarse a mí.

Eterna contradicción que siempre me empuja y me separa de ti por igual. Intentando tenerte cerca sin que resulte muy evidente mi locura, observándote desde una distancia prudencial en la que no duelen tanto las flechas que lanzas.

Pero de pronto decides quedarte a mi lado y hablarme. Nada puedo hacer para disimular el idiotismo transitorio que provocas en mí. Balbuceo monosílabos a modo de respuestas y tartamudeo tres o cuatro preguntas banales que me permitan salir del paso. Sólo nos falta hablar del tiempo por que tu introversión tampoco nos ayuda mucho.

Y sé que me esperan unos dias de introspección sin sentido, tras los cuales, después de analizar cada ínfimo detalle analizable, llegaré a la misma conclusión de siempre: no entiendo el guión.