30 de abril de 2011

sueños...


A veces pienso que sueño por que me aburre mi vida.
Aburrimiento humano ancestral. Siempre haciendo lo mismo, de la misma puta manera.

A veces sueño que vivo por que me aburren mis sueños.
Reiteración onírica constante incontrolable e incontable… Siempre acaban siendo sueños con sabor a mermelada de fresa. Y solo a veces me empalagan y querría soñar cosas un poco menos dulces. Pero me empeño en transformarte en un gran pastel de cumpleaños que nunca tuve y que por eso ahora soy incapaz de compartir. Y aunque algo empachada, siempre espero paciente esos besos con sabor a chocolate que tanto me hacen sonreír dormida.

¿Por qué tú que pareces más bien de sabor ácido te vuelves tan dulce en el plano onírico?
Los sueños, sueños son y no entienden a razón ni a paladar alguno.
Te seguiré soñando mientras pueda aunque gane quilos incontroladamente.

12 de abril de 2011

Libro en blanco y negro

Justo cuando crees que has olvidado, algo te hace darte cuenta que tu memoria aún te traiciona de vez en cuando. Dispuesta a una guerra infinita en la que tú siempre tienes las de perder. Memoria poderosa.
Y sabes que no puede ser tan difícil, pero el aire que respiras parece ser de pronto escaso. Y tú que siempre has odiado que asfixien tus sueños, te descubres haciéndoles el boca a boca una vez más, en el preciso instante que habías optado por olvidarlos y pasar página. Pasar página en ese libro que cada vez te parece más predecible sin ellos. Y te sorprende que te reprochen tu capacidad de abstracción, cuando la realidad de tocar con los pies en el suelo es tan tremendamente aburrida. Quizá sin sueños sólo tengas un libro en blanco y negro. Y quizá aquellos que no sueñan estén acostumbrados a su modo de vida bicolor y por eso no echen de menos el resto de tonalidades… por aquello de la enorme capacidad de adaptación del ser humano y por que en realidad no se puede añorar lo que nunca se ha tenido. Verdades a medias, mentiras en esencia, como la mayoría de cosas que nos pretenden hacer creer a diario.


 "Y ahora miento casi siempre, todo el mundo lo hace, engaño a otros y me engaño a mí. ¿Para qué diablos sirve la verdad?"

7 de abril de 2011

Hoy no...

Hoy no he pensado en ti.

Ritmo acelerado en mi rutinario día a día.
Unas risas al sol en un esquinazo a mi reloj.
Y un buen partido de fútbol...

... te han dejado en fuera de juego. 



5 de abril de 2011

Saturada tras una jornada dura de lunes, mis neuronas amenazan con la soga al cuello. Mejor me rindo yo, no quiero que mañana se declaren en huelga estando sólo a martes.

3 de abril de 2011

Tardes de domingo...

Echarte de menos no entraba en mis planes, pero las tardes de domingo son muy largas. Y me da por pensar en todo lo que tendría que ser y en realidad no es. En cómo hacer que mi vida vaya exactamente como yo quiero, aunque lo que yo quiera se reduzca a una única cosa muy sencilla.

Y pienso que debería dejar de fumar, pero el humo de mi cigarro me recuerda lo volátil de la vida.

Si te planteas si eres feliz es por que realmente no lo eres. Las dudas rasgan ese intento de felicidad inventado. Siempre tendré razones para postergar mis metas. Nunca me faltaran motivos para priorizar otras cosas banales.

Y creo que sería buena idea salir a buscarte sin más, pero fuera hace frío.

Seguro que alguien se ha muerto esperando algo. Un gesto, una mirada, una idea original que le dé el éxito, una pareja perfecta que no llega, un trabajo más enriquecedor que el que tiene, un sueño de colores más vivos, un viaje rumbo a un destino idílico que le sacará de su rutina, un hijo al que moldear como un muñequito de barro, una llamada de alguien que nunca se acuerda de coger el teléfono… todos siempre esperamos algo. Esperamos ser más felices cuando ese “algo” llegue, sin saber que cuando lo tengamos e incluso antes, empezaremos a anhelar otras cosas para seguir postergando indefinidamente nuestra felicidad. Esa es la dinámica de nuestras vidas. Las películas y los libros normalmente sólo llegan hasta que los protagonistas alcanzan sus metas y son felices, pero en la realidad la vida sigue y todos seguimos deseando otras cosas que puede que nos hagan más felices.

Y siento que los pequeños momentos son los que realmente nos hacen felices.

Por eso los colecciono y los guardo en una caja de madera de donde nunca les dejo salir.
En ella siempre encontraré la primera vez que te vi y me viste.
Un calendario con un montón de fechas marcadas, con un rotulador que compré cuando saliste por la ventana de mi vida.
Unos cuantos discos que completan la banda sonora de mi vida.
Una sonrisa traviesa que sueño creada sólo para mí.
Cientos de momentos de desinhibición y desenfreno que aumentan mi pulso y bloquean cada una de mis neuronas.
Incontables risas compartidas. Tú solías poner los dientes y yo las ganas.
Tardes de un domingo cualquiera al sol, regadas con una cerveza y sazonadas con la mejor compañía.
Recuerdos de la niña traviesa que soy fui y de lo fácil que era entonces preocuparte sólo por acabar la cabaña a tiempo antes de que empezara de nuevo el cole.
Un vaso medio lleno de agua que hace que mi optimismo no me abandone nunca.
Las ganas de seguir creyendo que el ser humano es bueno por naturaleza. Hobbes se equivocó en eso, no somos lobos, sólo nos convertimos a veces en ellos.
La ilusión por aquello que me remueve por dentro y me hace sentirme viva.
Y la energía que me une a ti. Esa que me lleva inexorable e irremediablemente siempre hacia donde estás tú.
  
Y sé que no debería echarte de menos, pero hoy haré una excepción por que es domingo.